El gruñido eléctrico
de un ascensor vigilante
hace trilla en mi recuerdo
el torno bronceado del siglo veinte
reposado en hombreras lúgubres
de una maquinaria madre y parca
hogar y tabla de borda
para innumerables registros y despojos
y en mi camisa rígida marcho al desierto
a instalar mi
comedor